22 dic 2010

TU MENTE INMORTAL. JOE DISPENSA.

Debemos modificar nuestro comportamiento para poder tener una nueva experiencia que a su vez crea nuevas emociones.

TU MENTE INMORTAL. JOE DISPENSA.
Joe Dispenza estudió bioquímica en la Universidad Rutgers de New Brunswick, en Nueva Jersey. Más tarde obtuvo el doctorado de quiropráctica en la Life University, de Atlanta, Georgia, donde se licenció magna cum laude y recibió el premio Clinical Proficiency Citation por la extraordinaria calidad de su relación con los pacientes. Es miembro de la International Chiropractic Honor Society. Ha cursado estudios de postgraduado en neurología, neurofisiología, función cerebral, biología celular, genética, memorización, química cerebral, envejecimiento y longevidad. Ha sido profesor de la Escuela Ramtha de Iluminación Espiritual, donde fortaleció su creencia en que el matrimonio entre la ciencia y el espíritu puede cambiar nuestra vida. Desde 1997 ha dado conferencias ante más de diez mil personas en dieciséis países de los cinco continentes y realizado presentaciones para distintas organizaciones europeas y norteamericanas.

Autor de varios artículos científicos sobre la relación existente entre la química cerebral, la neurofisiología y la biología, utiliza toda esta información para explicar el papel que juegan dichas funciones en la salud física.

El doctor Dispenza ha investigado sobre las remisiones espontáneas, sintetizando los elementos comunes a todos los casos. Básicamente, se trata de individuos que han cambiado la arquitectura neurológica de su cerebro y, con ello, han recuperado su estado de salud experimentado curaciones «milagrosas». Como uno de los científicos, investigadores y profesores citados en la galardonada película ¿Y tú qué sabes? a menudo se recuerda al doctor Dispenza por sus comentarios acerca de la capacidad de las personas para crear su día a día.

La mayoría de las personas cree que las emociones son reales. Las emociones los sentimientos son el producto final, el resultado de nuestras experiencias. Si no hay experiencias nuevas o vividas de otra manera, vivimos siempre en la actualización de sentimientos perdidos. Se trata del mismo proceso químico vez tras vez.

¿Qué sentimientos tengo cada día que me sirve de excusa para no cambiar?

Si las personas empiezan a decirse: yo puedo eliminar la culpa, la vergüenza, las sensaciones de no merecer, de no valer. Si podemos eliminar esos estados emocionales destructivos, empezamos a liberarnos, porque son estados emocionales los que nos impulsan a comportarnos como animales con grandes almacenes de recuerdos.

¿Cuál es el mayor ideal de ti mismo?

¿Qué puedo cambiar de mi mismo para ser mejor persona¨?
¿A quién en la historia admiro y que quiero emular?

Pero saber quien quieres ser no es suficiente para cambiar tu cableado.

Hace 20 años Joe Dispenza (uno de los autores de El Secreto) fue atropellado por un todo terreno cuando participaba en una triatlón. El diagnostico de los 4 cirujanos que consulto coincidían, tenía que operarse inmediatamente, debían implantarle barras de Hamington(de 20 a 30 cms desde la base del cuello hasta la base de la columna, ya que la tomografía demostraba que la medula estaba lesionada y podía que darse paralizado en cualquier momento.

Dispensa que era quiropráctico, sabía muy bien lo que eso significaba: una discapacidad permanente y, muy probablemente un dolor constante. Su decisión fue arriesgada: intentaría ayudar a su cuerpo a que se recuperara de manera natural, conocía bien todo lo concerniente a huesos y músculos e ideo un plan de acción que incluía auto hipnosis, meditación, una dieta que ayudara a sus huesos a regenerarse y ciertos ejercicios en el agua. Se recupero totalmente en un tiempo record y decidió ahondar en el tema.

Durante 8 años estudio las remisiones espontaneas de enfermedades y le sorprendieron tanto los resultados que decidió volver a la universidad para intentar explicar científicamente lo que había descubierto: el poder de nuestro cerebro como director ejecutivo de nuestro cuerpo.

“podemos cambiar la mentalidad al crear nuevos cableados en el cerebro y fortalecerlos con nuestro pensamiento”

¿Cómo empezó a interesarse por el cerebro?

He entrevistado a cientos de personas que han sido diagnosticadas con enfermedades –tumores malignos y benignos- , enfermedades cardiacas, diabetes, alteraciones respiratorias, hipertensión arterial, colesterol alto, dolores musculo esqueléticos, raras alteraciones genéticas para las que la ciencia médica no tiene solución, pero que cuyo cuerpo se ha regenerado por si solo sin la ayuda de una intervención médica convencional, como la cirugía o los fármacos ¿milagro?

Observe que una de la causas principales de esas remisiones espontaneas era que habían cambiado su forma de pensar, así que volví a la universidad e hice la carrera de neurociencias para poder explicar que es lo que ocurría. Cuando afirmo que nuestros pensamientos se convierten literalmente en materia, me baso en la más pura vanguardia científica.

Básicamente esos individuos cambiaron la arquitectura neurológica de su cerebro. Toda esas personas que tenían una remisión espontanea compartían 4 cualidades especificas.

La primera es que todos aceptaron, creyeron y entendieron que había una inteligencia superior dentro de ellos, da igual si la calificaban divina, espiritual o subconsciente. A lo que pensaban, si puedo conectarme con esta inteligencia, ¡ella me sanara!

Lo segundo es que aceptaron que fueron sus propios pensamientos y sus propias reacciones las que crearon su enfermedad y puedo hablar y citar estudios sobre cualquiera de estos temas, si pienso diferente, mi cuerpo estará diferente, se curará.

Hay un floreciente campo científico llamado psico-neuroinmunologia que demuestra la conexión existente éntrenla mente y el cuerpo.

La tercera característica en común es que cada persona decidió reinventarse a sí misma para llegar a ser otro, y los estudios actuales en neurociencias muestran que esto es totalmente posible.

La cuarta, por último tenía en común que durante el tiempo en que intentaban meditar o imaginar en que querían convertirse, hubo tiempos largos en que perdieron la noción del tiempo y el espacio.

Lo cual significa que, si el lóbulo frontal representa un 40% de la totalidad del cerebro, cuando estamos de verdad concentrados o focalizados, actúa como un control de volumen, es decir, como tiene conexiones en todas las demás partes del cerebro, puede rebajar el volumen del tiempo y del espacio.

En otras palabras los circuitos que tienen que ver con mover tu cuerpo, sentirlo, percibir lo que hay afuera y percibir el tiempo, pasan a un segundo plano, y el pensamiento se convierte en la experiencia en sí, es más real que cualquier otra cosa. De este modo el lóbulo frontal elimina todo lo que no es prioritario para focalizarse en un único pensamiento, y es ese momento en que el cerebro rehace su cableado.

Esto se traduce en que aquello en lo que pensamos y en lo que concentramos nuestra atención con más frecuencia, es lo que nos define a escala neurológica.

Un reciente estudio demuestra que las grandes y mejores ideas surgen cuando uno está relajado, pensando en otra cosa.

Entre la intención y el rendirse. Antes se creía que la parte derecha del cerebro es la emocional o sentimental, el lado creativo, y la izquierda, racional o lógica. Pero de hecho el lado derecho del cerebro es el responsable de procesar la novedad cognitiva, las nuevas ideas que, cuando ya están memorizadas, cuando se convierten en familiares, pasan al lado izquierdo del cerebro. Es lo que conocemos como rutina cognitiva.

Todas esa cosas que hacemos sin pensar, si. Esa es la razón de que cuando un neófito escucha música la oiga con el lado derecho del cerebro, pero un músico profesional lo haga con el izquierdo. Esto significa que tenemos la oportunidad de aprender cosas nuevas y recordarlas, es la manera que tiene la evolución de hacer conocido lo desconocido.

Podemos cambiar nuestra mentalidad. Al crear nuevos cableados y fortalecerlos con nuestros pensamiento, dándoles prioridad, los que no utilizamos tienden a desaparecer.

No hay nada de místico en ello, se trata de la misma inteligencia que organiza regula todas las funciones corporales. Esta fuerza hace que nuestro corazón lata ininterrumpidamente, una cien mil veces por día, si que nosotros pensemos en ello, y se encarga de las sesenta y siete funciones del hígado, aunque la mayoría de la gente ni siquiera sabe que ese órgano realiza tantas tareas.

Esta inteligencia sabe cómo mantener el orden entre las células, los tejidos, los órganos y los sistemas corporales, porque ha sido ella la que ha creado el cuerpo a partir de dos células individuales.

Se trata de la búsqueda del ser. Por el momento es curiosamente la ciencia la que nos permite explicar que efectivamente tenemos control sobre nuestra mente y nuestro cerebro, es decir que no somos en efecto nuestros procesos biológicos sino una causa.

Básicamente mas allá de mis estudios sobre las remisiones espontaneas de enfermedades, lo que intento trasmitir es que nuestros pensamientos provocan reacciones químicas que nos llevan a la adicción de comportamientos y sensaciones y que cuando aprendemos como se crean esos malos hábitos, no solo podemos romperlos, sino también reprogramar y desarrollar nuestro cerebro para que aparezcan en nuestra vida comportamientos nuevos.

La investigación científica de vanguardia está demostrando que la genética tiene la mima plasticidad que el cerebro. Los genes son como interruptores, y es el estado químico en el que vivimos el que hace que unos estén encendidos y otros no.

Se ha realizado un estudio muy interesante en Japón con enfermos dependientes de la insulina tipo 2, que mostraba como los enfermos sometidos a programas de comedia normalizaban su nivel de azúcar en sangre sin necesidad de insulina. Veinticuatro genes activados solo por el hecho de reír. Los genes son igual de plásticos que nuestro tejido neuronal.

Cada vez que pensamos, creamos sustancias químicas, y estas a su vez son señales que nos permiten sentir exactamente como estábamos pensando. Así que si tienes un pensamiento de infelicidad, al cabo de unos segundos te sientes infeliz. El problema es que en el momento en que empezamos a sentir de la manera en que pensamos, empezamos a pensar de la manera en que nos sentimos, y eso produce aun más química.

Esto se traduce en un círculo vicioso, se crea lo que llamamos el estado del ser. La repetición de estas señales hace que algunos genes estén activados y otros apagados. Memoricemos este estado como nuestra personalidad, así que el individuo dice: “soy una persona infeliz, negativa o llena de culpa”, pero en realidad lo que ha hecho es memorizar su continuidad química y definirse como tal.

Nuestro organismo se acostumbra al nivel de sustancias químicas que circulan por nuestro torrente sanguíneo, rodean nuestras células o inundan nuestro cerebro. Cualquier perturbación en la composición química constante, regular y confortable de nuestro cuerpo dará como resultado un malestar.

Estamos enganchados a nuestra química interna, y haremos todo lo que esté a nuestro alcance, tanto consciente como inconscientemente y a partir de lo que sentimos, para restaurar nuestro equilibrio químico acostumbrado. Es cuando el cuerpo ya manda sobre la mente.

Se trata de cambiar no solo la química cerebral, también los circuitos cerebrales, el cableado. Si podemos forzar al cerebro a pensar con otros patrones o secuencias, estamos creando una nueva mente.

El principio de la neurociencia es que si las células neuronales se activan conjuntamente, se entrelazan creando una conexión más permanente. Una persona ante una situación, por nueva que sea, recurre a esa conexión, es decir, repite el mismo pensamiento una y otra vez y da las mismas respuestas, su cerebro no cambia, vive en la misma mente cada día.

A través del proceso de conocimiento y de la experiencia podemos cambiar el cerebro. Es una buena idea examinar constantemente que podemos cambiar dentro de nosotros. Si cada mañana nos planteáramos cual es la mejor idea que pudiéramos tener de nosotros mismos, tendríamos otro tipo de mundo.

La mayoría de las personas cree que las emociones son reales. Las emociones y sentimientos son el producto final, el resultado de nuestras experiencias. Si no hay experiencias nuevas o vividas de otra manera, vivimos siempre en la actualización de sentimientos pasados.

Se trata del mismo proceso químico vez tras vez, una pregunta que ayudaría a cambiarnos es: ¿Qué sentimiento tengo nada día que me sirve de excusa para no cambiar?

Si las personas comienzan a decirse: yo puedo eliminar la culpa, la vergüenza, los sentimientos de no merecer, de no valer…...; si podemos eliminar esos estados emocionales destructivos, empezamos a liberarnos, porque son estos estados emocionales los que nos impulsan a comportarnos como animales con grandes almacenes de recuerdos. ¿Cuál es el mayor ideal de mi mismo? ¿Qué puedo cambiar de mi mismo para ser mejor persona? ¿ a quién en la historia admiro y quisiera emular?

Pero saber quien quieres ser no es suficiente para cambiar tu cableado, el conocimiento es lo que precede a la experiencia. Aprender una información es personalizarla y aplicarla.

Debemos modificar nuestro comportamiento para poder tener una nueva experiencia que a su vez crea nuevas emociones.



El conocimiento es para la mente, la experiencia para el cuerpo. Tenemos que enseñar al cuerpo lo que la mente ha entendido intelectualmente. Si seguimos repitiendo esa experiencia, se archiva en un sistema nuevo en el cerebro, y eso permite pasar del pensar al hacer, al ser.

El siguiente paso es cambiar hábitos de comportamiento, tiene que haber acción. El habito más grande que tenemos que romper es el de ser nosotros mismos, porque la neurociencia y la psicología dicen que la personalidad ya está formada antes de los 35 años, eso significa que tenemos los circuitos hechos para poder enfrentarnos a cualquier situación y, por lo tanto, vamos a pensar, a sentir y actuar de la misma manera el resto de nuestros días.

Pero los últimos estudios muestran que es posible cambiar la personalidad en todas las etapas de la vida; para eso hay que convertir el habito inconsciente en algo consciente, llegar a tener consciencia de esos pensamientos y sentimientos inconscientes.