23 dic 2012


Osho El equilibrio Cuerpo- Mente
La medicina occidental ve al hombre desde una óptica mecánica, por lo que hasta donde puede funcionar bien la mecánica, funciona. Pero el hombre no es una máquina, el hombre es una entidad orgánica, y no necesita que se trate solamente la parte enferma. La parte enferma es solo un síntoma de que el organismo entero está pasando por dificultades. Solo se muestra la parte enferma porque es la más débil. Tratas la parte enferma, la curas... pero entonces surge la enfermedad en algún otro lugar. Has evitado que la enfermedad se manifieste, a través de la parte mala; la has hecho más fuerte. Pero no has comprendido que el hombre es un conjunto: o está enfermo o está sano, no hay punto intermedio. 
Debe tomarse como un organismo integral. Es algo primordial que hay que comprender: el cuerpo siempre está dispuesto a escucharte, pero nunca has hablado con él, nunca te has comunicado con él. Has estado dentro de él, lo has usado, pero nunca se lo has agradecido. Él te sirve, y lo hace de la manera más inteligente posible. La naturaleza sabe que es más inteligente que tú, y por eso las cosas importantes del cuerpo no se han dejado a tu cuidado, se le han encomendado a él mismo. Por ejemplo el respirar, el latido del corazón, la circulación de la sangre o la digestión de la comida, no se ha dejado a tu cuidado, de lo contrario hubieras tenido problemas mucho antes. Si la respiración se hubiera puesto en tus manos, habrías muerto. No hay posibilidad de sobrevivir si te puedes olvidar de respirar en cualquier momento. Al pelearte con alguien puedes olvidarte de respirar. Al dormir por la noche puedes olvidar los latidos de tu corazón. ¿Cómo vas a acordarte? ¿Y te das cuenta de la cantidad de trabajo que tu aparato digestivo está haciendo? No dejas de comer y crees que estás haciendo un gran trabajo. El hecho de comer lo puede hacer cualquiera. 
La sabiduría del cuerpo habrás oído hablar de los alquimistas, hombres que intentaban transformar metales básicos en oro; tu cuerpo lo hace mucho mejor: transforma en sangre o en huesos todas las porquerías que le arrojas. Pero no solo lo transforma en sangre y en huesos: con todos los elementos nocivos que entran en tu cuerpo, crea el cerebro. Del helado, de la Coca-Cola sigue formando tu cerebro; un cerebro que puede dar origen a un Rutherford, un Albert Einstein, un Buda, un Zarathustra, un Lao Tzu. ¡Date cuenta del milagro! Un cerebro, algo tan pequeño, encerrado en un pequeño cráneo... un simple cerebro puede contener todas las bibliotecas del mundo. Su capacidad es casi infinita. Es el método de memoria más extraordinario. Si quisieras hacer un ordenador con la misma capacidad necesitarías un enorme espacio para hacerlo funcionar. Y está encerrado en tu pequeño cráneo. Habla con tu cuerpo Una vez que comienzas a comunicarte con tu cuerpo, todo empieza a ser muy fácil. No hace falta forzar al cuerpo, hay que persuadirlo. No hace falta luchar con él: resulta desagradable, violento, agresivo, y cualquier tipo de conflicto creará más y más tensión. No necesitas tener ningún conflicto: deja que la comodidad sea la norma. Trata de estar atento durante siete días... Al principio parecerá un poco absurdo, porque nunca se nos ha enseñado a hablar con nuestro propio cuerpo, cuando a través de él pueden ocurrir milagros.
Ya están sucediendo sin que te des cuenta. Cuando te digo algo, mi mano lo sigue con un gesto. Te estoy hablando: mi mente te está comunicando algo. Mi cuerpo la sigue. El cuerpo está compenetrado con la mente. Cuando quieres levantar la mano, no tienes que hacer nada: simplemente la levantas. Solo con la idea de querer levantarla tu cuerpo la obedece, es un milagro. De hecho, la biología o la psicología todavía no han sido capaces de explicar cómo sucede. Por ejemplo, yo estoy hablando contigo y mi mano continúa colaborando, no hay intervalo de tiempo. Es como si el cuerpo corriera paralelo con la mente. Es muy sensible: deberíamos aprender a hablarle, y pueden hacerse muchas cosas. Escucha al cuerpo Sigue al cuerpo. Nunca trates de dominarlo de ninguna manera. El cuerpo es tu base. Una vez que comiences a entender a tu cuerpo, el noventa y nueve por ciento de tus sufrimientos, desaparecerán de la manera más sencilla. Pero no quieres hacer caso. El cuerpo dice: «¡Para! ¡No comas!».
Pero sigues comiendo, le haces caso a la mente. La mente dice: «Está buenísimo, delicioso. Un poco más». No escuchas al cuerpo. El cuerpo se siente asqueado, el estómago está diciendo: «¡Basta! ¡Ya tengo suficiente! ¡Estoy cansado!». Pero la mente dice: «Fíjate qué sabor... come un poco más». Te guías por lo que dice la mente. Si escuchas al cuerpo, el noventa y nueve por ciento, de los problemas desaparecerán sin darte cuenta y el uno por ciento restante serán tan solo accidentes, no problemas serios. Pero desde la infancia hemos sido apartados del cuerpo, nos han alejado de él. El niño está llorando, el niño tiene hambre y la madre está mirando el reloj, porque el médico le ha dicho que solo cada tres horas hay que darle de mamar. No está mirando al niño. El niño es el verdadero reloj al que hay que mirar. La madre escucha al médico, y el niño está llorando, está pidiendo comida, necesita comer ahora mismo. Si al niño no se le da de comer enseguida, se le está apartando del cuerpo. En lugar de darle comida le das un chupete. Lo estás engañando y lo estás defraudando. Le estás dando algo falso, de plástico; estás intentando distraerlo, pero destruyes su sensibilidad corporal. No se le permite a la sabiduría del cuerpo dar su opinión, es la mente la que se hace cargo. El niño se está calmando con el chupete, se duerme. Entonces el reloj dice que ya han pasado las tres horas y que puedes alimentar al niño. Pero el niño ahora está profundamente dormido, ahora su cuerpo duerme; lo despiertas, porque el médico dice que hay que darle leche. Destruyes de nuevo su ritmo. Poco a poco, alteras su organismo.
Llega el momento en que pierde el sentido de su cuerpo. No sabe lo que este quiere: no sabe si quiere comer o no quiere comer; no sabe si el cuerpo quiere hacer el amor o no. Todo es manipulado desde el exterior. Miras la revista Playboy y al cuerpo le apetece hacer el amor. Esto es algo tonto, es producto del estímulo de la mente. El acto del amor no resultará gran cosa; será tan solo como un estornudo, un alivio, nada más. No es amor en absoluto. ¿Cómo va a surgir el amor a través de la mente? La mente no sabe nada del amor. Todo llega a convertirse en un deber. Tienes una esposa, tienes un marido, tienes un amante, tienes que hacer el amor; se convierte en un deber. Ya no hay sitio para la espontaneidad. Entonces empiezas a preocuparte porque sientes, que nada te está satisfaciendo. Buscas a otra mujer. Empiezas a pensar: «Quizá esta mujer no sea la adecuada para mí. Puede que no sea mi alma gemela. A lo mejor no está hecha para mí. Yo no estoy hecho para ella, porque no me excita». La mujer no es el problema, el hombre no es el problema: tú no estás dentro de tu cuerpo, ella no está dentro de su cuerpo. Si la gente estuviera dentro de su cuerpo, nadie se perdería esa maravilla llamada orgasmo. Si la gente estuviera dentro de su cuerpo, conocería los primeros atisbos de Dios a través de sus experiencias orgásmicas.
Escucha a tu cuerpo, sigue a tu cuerpo. La mente es tonta, el cuerpo es sabio. Si consigues entrar a fondo en tu cuerpo, en todas esas profundidades encontrarás tu alma. El alma está escondida en las profundidades del cuerpo.
El cuerpo es un milagro Es extraordinariamente hermoso, extraordinariamente complejo. No hay otra cosa tan compleja, tan sutil como el cuerpo. No sabes nada de él. Solo lo has mirado en el espejo. Nunca lo has mirado hacia el interior; te darías cuenta de que es un universo en sí mismo. Eso es lo que los místicos han estado diciendo siempre: el cuerpo es un universo en miniatura. Si lo ves desde el interior es tan vasto: millones y millones de células, y cada una de ellas vivas en sí mismas, cada célula funcionando de una manera tan inteligente que casi parece increíble, imposible, inconcebible. Cada célula funciona tan sistemáticamente, de una manera tan ordenada, con tal disciplina interior, que casi parece imposible: millones de células. Setenta millones de células existen dentro de tu cuerpo, setenta millones de almas. Cada célula tiene su propia alma. ¡Y cómo funcionan! Con qué coherencia funcionan, con qué ritmo y armonía. Y las mismas células se convierten en tus ojos, y las mismas células se convierten en tu piel, y las mismas células se convierten en tu hígado, y en tu corazón, y en tu médula, y en tu mente y en tu cerebro.
Las mismas células se especializan, entonces se convierten en células especializadas, pero son las mismas células. Y cómo se mueven y cómo trabajan, sutil y silenciosamente. Penetra en el cuerpo, penetra en el fondo de su misterio. Porque son tus raíces. El cuerpo es tu tierra; tú estás enraizado en el cuerpo. Tu conciencia es como un árbol en el cuerpo. Tus pensamientos son como frutos. Tus meditaciones son como flores. Pero tú estás enraizado en el cuerpo, él te apoya. El cuerpo apoya todo lo que estás haciendo. Amas y el cuerpo te apoya. Odias y el cuerpo te apoya... Quieres matar a alguien y el cuerpo te apoya. Quieres proteger a alguien y el cuerpo te apoya. En la compasión, en el amor, en la ira, en el odio, en cada momento, el cuerpo te apoya. Estás enraizado en el cuerpo, te estás nutriendo del cuerpo. Incluso cuando empiezas a darte cuenta de quién eres, el cuerpo te apoya. Es tu amigo, no es tu enemigo. Escucha su lenguaje, descodifícalo, y poco a poco, según penetres en el libro del cuerpo y pases sus páginas, llegarás a darte cuenta de todo el misterio de la vida. Condensado, está dentro de él. Aumentado un millón de veces, está extendido por todo el mundo. Pero, condensado en una pequeña fórmula, está presente en tu cuerpo.
El cuerpo entraña todos los misterios El cuerpo entraña todos los misterios del universo, es un universo en miniatura. La diferencia entre el cuerpo y el universo es solo de cantidad. Así como un simple átomo encierra todos los secretos de la materia, el cuerpo contiene todos los secretos del universo. No necesitas salir a buscar ningún secreto, más bien debes penetrar en tu interior. Hay que cuidar el cuerpo. No deberíamos estar en su contra, no deberíamos condenarlo. Respeta tu cuerpo, ama tu cuerpo, cuídalo. Las supuestas religiones han creado antagonismo entre el hombre y su cuerpo. Es cierto que no eres el cuerpo. Pero eso no quiere decir que tengas que estar en contra de él, es un amigo. El cuerpo puede mandarte al infierno, así como también puede mandarte al cielo. Es simplemente un vehículo. Es neutral, donde sea que quieras ir, él está listo. Es una maquinaria de inmensa complejidad, belleza, orden. Cuanto más comprendemos al cuerpo, más respeto le tenemos. Albert Einstein tenía unas cualidades que no tiene su cadáver, que no puede tener. Muere un poeta, el cadáver está ahí, pero ¿dónde está la poesía? Muere un genio, tenemos su cadáver, pero ¿dónde está el genio? El cadáver de un idiota y el cadáver de un genio, son lo mismo. Al diseccionar el cadáver no serás capaz de saber si pertenecía a un genio o a un idiota, si pertenecía a un místico o a alguien, que nunca fue consciente de ningún misterio de la vida.





7  Pasos para Dominar el Ego
1. No te sientas ofendido. La conducta de los demás no es razón para quedarte inmovilizado. Lo que te ofende contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte ofendido, las hallarás. Es tu ego convenciéndote de que el mundo no debe ser como es. Puedes degustar la vida y corresponderte con el Creador. No puedes alcanzar la fuerza de la intención sintiéndote ofendido. Actúa para erradicar los horrores del mundo, que emanan de la identificación masiva con el ego, pero, vive en paz. Recuerda Curso de milagros: La paz es de Dios; quienes forman parte de Dios no estáis a gusto salvo en su paz». Sentirse ofendido crea la misma energía destructiva que te ofendió y que lleva al ataque.

2. Libérate de la necesidad de ganar. Al ego le encanta dividirnos entre ganadores y perdedores. Empeñarte en ganar es un método infalible para evitar el contacto consciente con la intención. ¿Por qué? Porque es imposible ganar todo el tiempo. Siempre habrá alguien más rápido, joven, fuerte, listo y con más suerte que tu, y siempre volverás a sentirte insignificante y despreciable. Tú no eres tus victorias. Puede que te guste la competencia y que te diviertas en un mundo en el que ganar lo es todo, pero no tienes por qué estar allí con tus pensamientos.  No existen perdedores en un mundo en el que todos compartimos la misma fuente de energía. Lo más que puedes decir es que en determinado día rendiste a cierto nivel en comparación con el nivel de otras personas ese mismo día. Pero hoy es otro día, con otros competidores y circunstancias. Tú sigues siendo la presencia infinita en un cuerpo que es un día una década mayor. Olvídate de la necesidad de ganar, no aceptando que lo opuesto de ganar es perder. Ese es el miedo del ego. Si tu cuerpo no rinde para ganar ese día, no importa, si no te identificas con tu ego. Adopta el papel de observador, mira y disfruta todo sin necesitar ganar un trofeo. Vive en paz, correspóndete con la energía de la intención e, irónicamente, aunque apenas lo notes, en tu vida surgirán más victorias a medida que dejes de ir tras ellas.

3. Libérate de la necesidad de tener razón. El ego es fuente de conflictos y disensiones porque te empuja a hacer que los demás se equivoquen. Cuando eres hostil, te has desconectado de la fuerza de la intención. Él es bondadoso, cariñoso y receptivo, está libre de ira, resentimiento y amargura. Olvidarse de la necesidad de tener siempre razón es como decirle al ego: No soy tu esclavo. Quiero abrazar la bondad y rechazo tu necesidad de tener razón. Aun más; voy a ofrecerle a esta persona la posibilidad de que se sienta mejor diciéndole que tiene razón y agradecerle por haberme encaminado a la verdad. Cuando te olvidas de la necesidad de tener razón puedes fortalecer la conexión con la intención, pero, el ego es un combatiente muy resuelto. He visto personas dispuestas a morir antes que dejar de tener razón. He visto como acababan relaciones maravillosas por la necesidad de ciertas personas de llevar siempre la razón. Te propongo que te olvides de esta necesidad impulsada por el ego parándote en medio de una discusión para preguntarte: ¿Que quiero? ¿Ser feliz o tener razón? Cuando eliges el modo feliz, cariñoso y espiritual, se fortalece tu conexión con la intención. En última instancia, estos momentos expanden tu nueva conexión con la fuerza de la intención. La Fuente universal empezara a colaborar contigo en la creación de la vida que la intención quiere que lleves.

4. Libérate de la necesidad de ser superior. La verdadera nobleza no tiene que ver con ser mejor que los demás. Se trata de ser mejor de lo que eras antes. Céntrate en tu crecimiento, con constante conciencia de que no hay nadie mejor que nadie. Todos emanamos de la misma fuerza vital. Tenemos la misión de cumplir la esencia para la que estamos destinados, y tenemos cuanto necesitamos. Nada es posible cuando te consideras superior a los demás. Todos somos iguales ante los ojos de Dios. Olvídate de la necesidad de sentirte superior al ver a Dios revelándose en todos. No valores a los demás por su aspecto, logros o posesiones. Cuando proyectas sentimientos de superioridad, eso es lo que te devuelven, y te lleva al resentimiento y hostilidad. Estos sentimientos se convierten en el vehículo que te aleja de la intención. Un Curso de Milagros habla de esa necesidad de ser especial y superior: El sentirse especial siempre establece comparaciones. Se produce por una carencia que se ve en el otro y que se mantiene buscando y no perdiendo de vista las carencias que puede percibir.

5. Libérate de la necesidad de tener mas. El mantra del ego es más. Por mucho que adquieras, tu ego insistirá en que no es suficiente. Te veras luchando continuamente y eliminarás la posibilidad de alcanzar la meta, pero en realidad ya la has alcanzado, y es asunto tuyo decidir cómo utilizar el momento presente de tu vida. Irónicamente, cuando dejas de necesitar más, parece que te llegara más de lo que deseas. Como estas desapegado de esa necesidad, te resulta más fácil transmitirlo porque te das cuenta de lo poco que necesitas para sentirte satisfecho y en paz. La Fuente universal está satisfecha de sí misma, en continua expansión y creando nueva vida, sin jamás intentar aferrarse a sus creaciones por sus recursos egoístas. Crea y se desliga. Cuando te desligas de la necesidad del ego de tener más, te unificas con la fuente. Creas, atraes lo que deseas hacia ti y te desligas, sin exigir que se te presente nada más. Si valoras todo lo que surge, aprendes la gran lección que nos dio San Francisco de Asís: ... es dar cuando recibimos. Al permitir que la abundancia fluya hasta ti y a través de ti, estableces correspondencia con la Fuente y aseguras que esa energía siga fluyendo.

6. Libérate de la necesidad de identificarte con tus logros. Puede resultar un concepto difícil si piensas que tú y tus logros son lo mismo. Dios escribe toda la música y canta todas las canciones, construye todos los edificios. Dios es la fuente de todos tus logros. Y ya oigo las protestas de tu ego, pero sigue sintonizado con esta idea. Todo emana de la Fuente. Tú y tu Fuente sois uno y lo mismo! No eres ese cuerpo y sus logros. Eres el observador Fíjate en todo y agradece las capacidades que te han sido concedidas, la motivación para lograr cosas y las cosas que tienes, pero atribúyele todo el merito a la fuerza de la intención que te dio la existencia y de la que formas parte materializada. Cuanto menos necesites atribuirte el merito de tus logros más conectado estarás con las 7 caras de la intención, más libre serás de conseguir cosas, que te surgirán con más frecuencia. Cuando te apegas a esos logros y crees que lo estas consiguiendo tu solo es cuando abandonas la paz y la gratitud de tu Fuente.

7. Libérate de tu fama. Tu fama no está localizada en ti, sino en la mente de los demás y, por tanto, no ejerces control sobre ella. Si hablas con 30 personas, tendrás 30 famas distintas. Conectarse a la intención significa escuchar los dictados de tu corazón y actuar con base en lo que tu voz interior te dice que es tu meta aquí.  Si te preocupas demasiado de cómo te van a percibir los demás, te habrás desconectado de la intención y permitido que te guíen las opiniones de los demás. Así funciona el ego. Es una ilusión que se alza entre ti y la intención. No hay nada que no puedas hacer, a menos que te desconectes de la fuerza y te convenzas de que tu meta consiste en demostrarles a los demás tu superioridad y autoridad y dediques tu energía a intentar ganar una fama extraordinaria entre el ego de los demás. Haz lo que haces según la orientación de tu voz interior, siempre conectada con tu Fuente y agradecida a ella. Mantén tu propósito, deslígate de los resultados y acepta la responsabilidad de lo que reside en ti: tu carácter. Deja que otros discutan sobre tu fama; no tiene nada que ver contigo.  

O como dice el titulo de un libro: Lo que pienses de mi no es asunto mio

Autor: Wayne Dyer
(Sacado del libro "El poder de la intención" de Wayne Dyer)
Recibido de Anita Hoffmann